lunes, 9 de junio de 2008

Día del periodista: El recuerdo de un maestro.


Hoy me he despertado y he visto el reloj clavado en la hora de tu despedida: 9;05, en aquel extraño viernes 12 de diciembre de 2006. Hoy me he levantado y he visto el calendario: sábado 7 de junio, día del periodista. Los mensajes en mi celular lo confirman: “Feliz día”. Busqué tu foto, la que llevo a todos lados. Me senté en mi habitación, miré tu Remington al lado de mi escritorio. Me acordé de aquellos hermosos días en que juntos soñábamos con esta profesión. He besado tu foto y te he vuelto a saludar. Ya no puedo levantar el teléfono y pedirte un consejo. Ya no puedo salir de la facultad y verte para conversar sobre política. Pero queda el legado que me dejaste. Es la convicción para no venderme jamás. La sed de hacer siempre periodismo. Me he sentado en la computadora a escribir. Tu foto sigue al lado mío. La Remington ahora descansa en el lugar de los recuerdos. Esa foto me acompaña por todo el país, de redacción en redacción, buscando mi lugar. Los recuerdos están siempre presentes. Y sigo yendo al hospital en aquella mañana nublada para verte, pero ese último encuentro quedó trunco. Te fuiste unos minutos antes y por primera vez perdí la orientación total en la vida. Ahora ya no lloro. Ahora solo recuerdo tus consejos, plasmo en papel mis pensamientos y me lanzo a lo que me pediste: que sea yo mismo, que camine en la vida y en el periodismo sin doblegarme. Me enseñaste que lo primero es la dignidad. Y yo hoy me he levantado, he visto tu foto y te he vuelto a decir: “Feliz día maestro, te extraño”.




Como ese foráneo que mira el espíritu de una sociedad con el ángulo de un sabio, que es sabio también porque reconoce la humildad con que se debe vivir. Como ese sabio que a través de una pluma y el poder de la palabra le sembró a San Juan un camino de bien común. Como esa persona que a través del periodismo marcó la devoción por la solidaridad que debe existir en un pueblo. Como un padre de familia y un vecino que, con la ilustración de un pensamiento coherente al espíritu católico, aplicó todo lo que fue para el bien de los demás... Así, vivió Emilio Biltes: un periodista de raza, en donde siempre primó el valor ético, las convicciones vocacionales que tendieron a la solidaridad.


Con el fin propuesto de ser alguien más, alguien distinto a lo que la potencialidad del momento pasado marcaba, partió de su Jáchal natal. Emilio Biltes se puso el nombre de autodidacta que durante lo implícito de su sabiduría y las grandes ganas de crecer, en medio de la compañía de muchos interrogantes juveniles, hizo el viaje desde el anonimato a la fama conseguida sin querer. Esa que lo marca como un buen precedente: uno de los mejores periodistas que dio San Juan, un ser humano distinto, ejemplar.


Emilio Biltes nació en Jáchal un 21 de mayo de 1922. Su niñez fue feliz a pesar de la pobreza que, sin ser miseria, se hizo sentir en lo material. No así en lo espiritual que marcaba un corto camino jachallero pero lleno de enseñanzas de esos sabios que, sin instrucción académica, moldearon sus primeras visiones de la vida.


Jáchal fue quedando como ese surco de buenas enseñanzas que lo ayudaron a vivir cada presente con la prospección de construir un buen futuro para sus seres queridos. Jáchal fue transformándose en una anécdota, pero de esas que se vuelven a vivir. Y en cada transitar por sus calles de altas construcciones se envuelve el aprendizaje y la pasión innata de un gran periodista.


A los doce años, allá por 1934, comenzó el viaje hacia su vocación. Don Emilio tomó sus bolsos y, junto a doña Romelia, su madre, emprendió el alejamiento de esa ciudad pequeña llena de historias. Así es como ese pibe de 12 años arribó a la capital sanjuanina. En el camino quedaron gratos recuerdos y grandes amistades junto a las historias de niño. Ya en San Juan, hubo un cambio de rumbo, porque uno de sus familiares decidió que no debía estudiar sino que era necesario que aprenda un oficio. De esa manera caminó su juventud como aprendiz de tipógrafo en la imprenta Ceylan, ubicada por entonces en la esquina de Laprida y Sarmiento. Esto marcaría una bisagra en la vida de Biltes, porque la ocupación de adolescente tipógrafo era la de recibir a escritores que requerían la edición de sus libros. Al ver eso, comenzaría a despertarse el Mesías de la gran pluma que llevaba adentro, comenzaban a despertarse en él las ganas y la pasión por escribir. En ese conversar con grandes periodistas y escritores fue como empezó esa pasión. Sobre todo cuando un periodista, Eugenio Carte, que escribía para el periódico Mercurio, perteneciente a la Federación Económica de la provincia, lo impulsara a cumplir con la ilusión de echar a volar su pluma. Carte lo dejó participar con algunos artículos en Mercurio. Pero a Emilio su humildad lo hacía ver que todavía no era el momento. Capaz de esperar, se sometió a largas lecturas haciéndose socio de la Biblioteca Franklin. Fueron largos momentos de aprendizaje que incluyeron amaneceres sin descanso y la frustración de no poder comprender a algunos clásicos de la filosofía mundial. Después de ser aconsejado por alguno de sus compañeros tipógrafos mayores a él decidió leer en forma creciente. Es decir, empezando con novelas y lecturas poco complejas para recién llegar a los clásicos de la filosofía. Con una perseverancia admirable pasó largas semanas trabajando ocho horas en la imprenta e instruyéndose, antes de ir a su casa, a través de esos libros que le engendraron una cultura y una ubicación intelectual capaz de despertar después a una sociedad con las páginas que él mismo llenaría. "Yo quería a toda costa ser más que un tipógrafo o un obrero gráfico", son las palabras que se deslizaron siempre por sus labios.


El gran corazón de Emilio Biltes retumba todavía en algunos de los papeles del Boletín Oficial de 1944. Ocurrió el terremoto y el Boletín Oficial desapareció. Pero de algún lado, y fuera de la hora de trabajo, cayó un joven delgado con su imprenta Minerva a pedal. Imprenta que le servía para escribir, junto a otros jóvenes, el periódico El Revolucionario (órgano político) donde se expresaban las ideas de estos novatos escritores. El joven Emilio Biltes fue entonces Boletín Oficial por seis meses.


Poco tiempo después, el 12 de enero de 1946, contrajo enlace con Alicia Savedra, también jachallera. Comenzó así su vida familiar, en donde juntos cosecharon 8 hijos, 28 nietos y 15 bisnietos. La familia constituyó algo muy importante en la vida de este periodista. "En la familia se da y se recibe", sabía decir y definía a la suya como ejemplar.


Este hombre de letras configuró muchas páginas con sus editoriales y pensamientos que sin desperdicio fueron comunicados a los sanjuaninos. En uno de ellos, el Editorial del Aire del 9 de Octubre de 1964, describe a ese ser que siempre merece nuestro reconocimiento, describe a la madre, y reza así: "Ni los héroes, ni los sabios, ni los grandes artistas merecen tanto como ella. Porque ella es una heroína perfecta, posee una sabiduría que nadie podrá aprender jamás, salvo las mujeres que lleguen a ser, como ella, madre, y es artífice de destinos y vocaciones".


Es imposible no detenerse en su primera escala como periodista de rótulo casi profesional. Los años pasaban y Biltes era incorporado a la imprenta que editaba el Diario La Nueva Ciudad, fundado por el gobernador Juan Luis Alvarado. Allí pasaría pocos años en su oficio de tipógrafo. Y, como le sucede a los que saben, el director del periódico, Miguel Piccone, comenzó a ver en ese jovencito condiciones que podrían hacerlo trascender de lo que era por entonces. Colgado de la ilusión de poder escribir y llegar al inicio de una vida mejor Emilio recibió la noticia del jefe de talleres que le decía que no podía continuar en el trabajo. Por esa razón solicitó una reunión con el director del diario creyendo que quedaba cesante. "Yo no lo he echado, lo que pasa es que he dispuesto que usted sea periodista", fueron las palabras de una frase que cambiaría la vida de alguien que lograba cumplir con el cometido de ser más que un tipógrafo. Casi como de casualidad se encontró de pronto con el título de periodista. Allí parecía avizorarse un camino de escrituras que ya nadie detendría. "El que sabe qué es lo que quiere, también sabe por dónde transitará. Y ya no lo detendrá nadie...", decía en uno de sus escritos y parecía cumplirse en su propia persona.


Aunque tuvo un comienzo con tropiezos y papeles arrugados con sus letras que por momentos le evaporaban la esperanza, tuvo el temple de sobreponerse a la adversidad y solo, y cada vez más fuerte, encontraba el carril de un estilo único.


Tras su trabajo en La Nueva Ciudad, y cuando ese diario cambió de dueño, Biltes decidió alejarse y fundó en la década del '50 La Gaceta Agraria, junto al doctor Tascheret y el periodista Fidel Carrión. Fue un periódico que contenía informaciones sobre agricultura y economía. Pero el nombre de Emilio Biltes ya comenzaba a hacerse conocido dentro del periodismo de la época, por lo que llegaría a la puerta de las editoriales, de su oportunidad de expresar su ya bastante pulido y enriquecido pensamiento. Llegaba el momento de incorporarse al periódico que por entonces marcaba la vanguardia del periodismo sanjuanino: Diario Tribuna. Un diario de inclinación católica y un gran prestigio en el interior del país. Si hablábamos de la bisagra hacia el periodismo, ahora se avizoraba la bisagra hacia el periodismo de expertos. El periodismo compartido con gente de una gran trayectoria. Para don Emilio este era el despertar de la libertad de poder escribir distintas notas. Comenzó como redactor, para pasar a jefe de redacción y, una vez fallecido el director del diario, José Elías Assaf, se hizo cargo de escribir junto a otro periodista, como Parisí, los editoriales de Diario Tribuna. "Como jefe de redacción allí comenzó verdaderamente mi gran actividad periodística", rememoraba Biltes.


Expuesta entonces su capacidad periodística casi al máximo, comenzarían a llegarle ofertas más comprometidas e importantes. Su pluma ya viajaba por cada hogar haciéndose respetar y siendo presa de la admiración de muchos sanjuaninos. Es así como a principios de los ‘60 surge una propuesta única para este periodista y para San Juan. La propuesta de escribir el primer editorial por radio, el Editorial del Aire, por Radio Colón. Fue una actividad que marcaba otra habilidad en este periodista completo: la concisión, la de exponer en tres minutos de texto el pensamiento del día. El Editorial del Aire era dirigido desde Diario Tribuna y significó una revolución en el periodismo radial sanjuanino. En sus casas, familias enteras esperaban esas palabras escritas por don Emilio y leídas por Luis Grillo. Allí se opinaba de la realidad social argentina y día a día habían llamados o requerimientos personales del público que pedía copias de algunas reflexiones. Emilio Biltes dejó ahí algunas enseñanzas como: "Ahora hay que plantear las cosas en otros términos, para que no nos pasemos la vida produciendo actos simbólicos, muy patrióticos sin duda, pero carentes de efectividad", o "La fe en Dios eleva las intenciones y agranda la visión de los derechos humanos. Son los estados ateos los propensos al totalitarismo". Frases que a pesar de los años siguen retumbando y enriqueciendo los pensamientos de cada sanjuanino que buscaba en ese momento, a la hora del almuerzo, la palabra que le hacía abrir los horizontes.


Todavía hay gente que se acuerda de aquellos editoriales del aire y de ese día en que una de sus reflexiones, escritas en el '66 con motivo de la eliminación fraudulenta de Argentina en el mundial de fútbol de Inglaterra, salió publicada y elogiada sorpresivamente en un diario importante de España. Era un trabajo que no tenía limitaciones de fronteras. Tal es así que un diario de Buenos Aires, al que él enviaba algunas notas que desde ahí le pedían, lo mandó a llamar para que fuese editorialista en aquella provincia, pero no quiso ir. También tuvo ofertas de irse a Mendoza y plasmar allá sus pensamientos pero, a pesar de escribir artículos que eran enviados al Diario Los Andes de aquella provincia, no quiso ir a residir allá. También tuvo la posibilidad de ser agregado de prensa en la embajada argentina en España. Además, pudo ser candidato a Senador Nacional en nuestro país, pero nunca aceptó. Fiel a sus principios y al apego a esta tierra que quiso tanto como a su Jáchal que lo vio nacer, decidió contribuir a su patria chica con su natural apertura de criterio y la responsabilidad que cada tema demandaba. Luego de diez años de hacer el Editorial del Aire de Diario Tribuna, y cuando ese periódico cambió de dueño para pasar a ser Tribuna de la Tarde, Biltes decidió que su ciclo ahí ya estaba cumplido.


Un aspecto que no debe pasarse por alto cuando se habla de Emilio Biltes es la ética con que se manejó en la carrera periodística y durante toda su vida. Para él en el periodismo la ética lo era todo.


En el recuerdo de sus amigos queda grabada la imagen de aquella madre que llegó desesperada a Canal 8 pidiéndole ayuda para que su hijo, moribundo, pueda ser internado en Buenos Aires. Biltes sin pensarlo demasiado, y eludiendo el pedido de una colecta, habló con algunos amigos. Después del viaje, el chico se salvó y su madre no olvidó jamás el gesto solidario de ese importante periodista que tuvo la humildad de los comunes. "No era el lucimiento personal lo que buscábamos, lo que queríamos era que se resuelvan los problemas que se planteaban a cada momento", solía manifestar.


También se recuerda, en algún rincón del ambiente periodístico, sus renuncias a algunos medios por no compartir la ideología de hacer algún tipo de periodismo oscuro, eso que no estaba inmerso en los principios que siempre marcaron su personalidad. Hasta fue preso por no traicionarse a él mismo, fue preso político por opinar en contra de un gobernador. Soportó el autoritarismo de un político que no se bancó escuchar pensamientos opuestos, pero no se doblegó nunca. Nunca tuvo demasiado rédito material con su trabajo, pero tuvo el rédito de nunca traicionarse ni traicionar a los demás. Esa ética parece ser el fruto del pensamiento católico con el que siempre caminó. El catolicismo siempre lo entendió como una filosofía, porque es también una forma de vivir. Don Emilio siempre se sintió hermano de los demás, no fue un católico disfrazado, fue una persona comprometida con sus ideales de vida. "El católico tiene que abrirse a compartir emociones ajenas, tiene que dolerse de los dolores ajenos, tiene que sentir suya las esperanzas y desesperanzas de los demás, el catolicismo es una religión y un modo de vida", siempre dijo. Tal es así que creó para la iglesia, desde el cursillo de cristiandad, el periódico Testimonio. En esa publicación expresaba, junto a otros católicos practicantes, sus pensamientos sobre la religión.


Algunos momentos difíciles siempre le suelen ocurrir a los grandes profesionales del periodismo, sobre todo cuando se manejan con un pensamiento coherente a sus convicciones. Eso le pasó a Biltes. Transcurría el año 1976 y ya se ponía en marcha la dictadura más sangrienta que padeció este país, una dictadura totalmente pobre de conocimientos. En una acción absurda, Biltes fue tomado por estos militares junto a cuatro de sus hijos varones. En su privación de la libertad fue amenazado, humillado y maltratado como un delincuente. Muchas veces le dijeron que iban a fusilarlo. Pero la estirpe y la valentía, acompañada de sus firmes convicciones, hicieron que de su boca salieran unas potentes palabras que dejaran callado a uno de sus captores: "Mire, si me van a fusilar, eso no está en sus manos, por más amenazas que haga. Si voy a morir, será porque el Señor así lo quiere, no ustedes".


Después de retirarse de Tribuna de la Tarde, fue llamado desde Canal 8. Su función en televisión era la de director de prensa del noticiero. Comenzaba entonces otra etapa, la de aprender a manejarse ante las cámaras. Allí, para culminar unos años importantísimos en su carrera, creó junto a Juan Carlos Iglesias y Roy kirby el programa Verdad. Un ciclo espectacular, basado en entrevistas con políticos locales y nacionales. Fue el programa pionero en el país de un estilo distinto de hacer periodismo político. Fue un programa admirado y luego comprado en todo el país. Un formato sin precedentes que era objeto de asombro de colegas e invitados. Era realizado con preguntas a los políticos más destacados del momento y los análisis más imparciales. La síntesis final con el derecho a réplica de los invitados (síntesis que tenía a su cargo Biltes) era siempre esperada y elogiada por los sanjuaninos. Tuvo tanto impacto tal creación que fue nominada al Martín Fierro. Premio que todavía debe brillar junto a la Cruz de Plata (también recibida en la misma circunstancia) en alguna vitrina que guarda los recuerdos de los años de oro del periodismo sanjuanino.


Fue una larga y comprometida trayectoria donde también se recuerdan y se acumulan como antecedentes sus participaciones con programas especiales en Radio Sarmiento y su paso por Diario de Cuyo.


Después de convertirse en 1974 en director de prensa de la Universidad Nacional de San Juan y de dar algunas charlas a los jóvenes comunicadores en formación en ese lugar, comenzaron los años de su retirada de la actividad profesional. Aunque después de jubilado contribuyó a enriquecer las páginas de los semanarios El Nuevo Diario y El Viñatero con sus profundos análisis, y una intervención en el libro Vidas y Huellas de la editorial Ateneo "Cruz del Sur" realizando la semblanza de un gran historiador y amigo suyo: Horacio Videla.


Su pensamiento sobre los medios de comunicación se encuentra claramente expuesto en el Editorial del Aire del 28 de Agosto de 1964 y dice así: "En la vida de las comunidades modernas, los medios de comunicación tienen una función vital, porque es una necesidad imperativa de la gente el comunicarse entre sí, acortar distancias, tomar contacto con la realidad que le circunda...".


Sus palabras y sus recuerdos plasmados en innumerables páginas siguen alimentando muchos puntos de vista. Sus enseñanzas serán siempre útiles para los profesionales del presente y del futuro.


Entre los pergaminos de honor que le fueron entregado se cuentan: El Laurel de Plata de la entidad Refugio, en el año 1998; un reconocimiento del Círculo Piemontés; el premio PROBUS al Mérito en 1997; un reconocimiento por su periodismo digno, del Sindicato de Prensa y Comunicación Social en 1978; una distinción de la Asociación de Trabajadores del Estado en 1993; el reconocimiento, en el año 2001, del Centro de Residentes Jachalleros en San Juan como socio fundador; el Racimo de Oro, entregado en Buenos Aires en 1971; la Cruz de Plata y el Martín Fierro en 1972; el premio Santa Clara de Asís en 1980, por su trayectoria como periodista católico; y la mención proveniente del Consejo Deliberante de la Municipalidad de la Capital, entregada el sábado 12 de junio de 2004, donde lo declararon Vecino Ilustre de la Ciudad Capital de San Juan. Además de innumerables reconocimientos verbales y escritos de los medios en los que trabajó, donde dejó la huella de su personalidad.


Muchos de sus colegas le pusieron, antes de su partida el 12 de diciembre de 2006, el título de decano del periodismo de San Juan. Y dejó una última frase: "La censura que se impone a la inmoralidad, cualquiera sea su forma, es siempre lícita en razón del bien común que ampara". Siempre proclamó que la libertad es un medio y no un fin y que la exageración de ésta se traduce en libertinaje. De esa manera buscó el bien social por sobre el individual.


Sus seis grandes amores fueron: Dios, su esposa, la familia, la patria, Jáchal y el periodismo. Sin dudas Emilio Biltes fue: un gran precedente humano, un periodista intachable.



Feliz día abuelo!!




Pablo Zama.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy se me dio por buscar Emilio Biltes en google, no sé por qué, tal vez porque no puedo dejar de extrañarlo, no pensé encontrar algo tan...tal vez como él lo hubiese escrito...

Anónimo dijo...

Querido Pablo, estoy en la casa de Oscar porque he venidounos poquitos días para la fiesta de la tradición y Oscar me ha hecho leer lo que escribiste y me ha emocionado mucho, papá te quería muchisimo y siempre dijo que tenías la fibra de los "buenos" yo no entiendo de eso pero si sé que significaba y significa para vos mi viejo...
te manda un gran beso tu padrino y espero nos veamos pronto
Horacio