domingo, 23 de marzo de 2008

Al diablo con el troesma

(Cuento publicado en Diario El Zonda de San Juan en Marzo de 2008)

Por Pablo Zama
En la reminiscencia duerme un día que no podrá ser objeto de ninguna detracción. Paredes ataja para instalar la certidumbre de que el Rojo puede jugarse el todo por el todo para quedarse con un partido más. Las conversaciones con el Bocha son momentos de lucidez cabalística necesaria.
La silla reside, por cábala, en el mismo rincón de todos los días o, para la suerte de un domingo, la silla está donde quedó después de la última victoria.
Está en el almuerzo, mira de reojo TyC Sports. Come angustiado. Come rápido y espera, nervioso, la hora del partido.
Ya está encerrado en la habitación de los domingos. Se persigna. Le reza, de rodillas, a una de las tantas fotos de Bochini.
-Hoy ganamo´, hoy ganamo´, decime que hoy ganamo´ Bocha...
La repetición de un hecho durante varios fines de semanas se torna en acto reflejo.
Assman encabeza la salida a la cancha. Paredes, ex arquero de Colón Junior, no disimula su admiración por el ataja imposibles que tiene el Rojo.
El golpe de efecto que tiene en la fabricación de cábalas lo lleva a callarse. Paredes se vuelve mudo durante 90 minutos. No habla, no se mueve, sólo mira, de costado, la estampita de la Virgen de San Nicolás. Paredes calla, pero la conversación interna con el Bocha no cesa. Sólo vive, para él, la foto de Bochini en la repisa, lo demás es naturaleza petrificada.

-Si estos pierden hoy, me hago de Sacachispa´. Te lo juro Bocha. Esta vez no te jodo. Me hago de la primera camiseta que pase por adelante mío. Vo´ no te tenías que retirar troesma, vo´ tenías cuerda pa´ rato.
El nerviosismo lo carcome por dentro y ahora ya patea la cama en descarga, en veneración a un delirio, poco explicable, de hincha. Pero... algo rompe el silencio. El Rolfi Montenegro ingresa al área y se la sirve, solo, a Denis.
-Goooollll, la que lo p'rio Bocha!! Gooolll!! Te lo dije Bocha, el Rolfi nunca va a ser tu sucesor, pero juega bien el negro che. Miralos, están fritos estos pecho´ frío´, ni el Chango Cárdenas los salva ahora...
Independiente gana el clásico. Pero el real rival son los nervios. Y el pesimismo se apodera una vez más de él. Es el pesimismo propio que da el miedo de hincha. La angustia por no poder conocer la suerte del equipo en un futuro tan cercano a sólo unos minutos, efímero transcurrir, que tiene la misión de fanático en un domingo.
-Estos van a perder Bocha, ya vas a ver. Son tan inútiles que le van a dar vuelta el resultado, nunca falta un gil que se equivoque. Volvé Bocha, vo´ nunca te tendrías que haber ido. Te juro que me dan rabia. Casi siempre, cuando tienen todo servido, se comen uno y lo empatan o lo pierden. Te digo más Bocha, nunca falta uno que se haga expulsar y tire todo al mismísimo cuerno.
Hay viento. El televisor falla. El partido está en los últimos minutos.
-La que faltaba. Que viento de porquería. Dale! televisor y la p.... Lo único que nos faltaba Bocha! Ahora nos clavan uno y me muero. Culpa de este p… viento!
Hay una jugada dudosa en el área del Diablo. Racing llega con pelota dominada. El televisor tiene la imagen casi derruida. Y el sonido de la desgracia se escucha a través de un alarido irremediable. La silla va a dar contra la ventana y la camiseta roja, junto a la foto de la repisa, cayeron, inexorablemente, al piso.
-Nooo!! Que perros que son!!! ¿Te lo dije o no te lo dije Bocha? Estos son unos mediocre´. No me miré´ Bocha. Yo te lo había dicho. Ya ni suerte le das al equipo. Son todos un desastre. Te juro que me hago de Sacachipa´ eh?!. Te lo juro por mi madre Bocha (ahora la naturaleza petrificada empieza a ser parte de su vida otra vez). Te lo digo como que me llamo Parede´. Me hago de cualquier otro clu´. Bocha y la pu... Vo´ también no ayudá´ en nada che. Para qué te doy tanta bolilla yo también. Siempre lo supe, nunca fuiste bueno vo´. Fuiste un matado, un perro de m… Bocha. So´ un desastre… Bocha y la p…!!!

lunes, 10 de marzo de 2008

Sinsabor... mensajes en la radio


(Texto publicado en Diario El Zonda de San Juan en febrero de 2008: San Martín 1 - Gimnasia La Plata 1)


No fue una tarde sublimada para el hombre de la calle, cercano a la cancha. Su equipo empató frente al Lobo. El fantasma del descenso rejuveneció desde una portátil encendida. La ilusión duró poco. Su tribuna, como siempre, fue la voz de un desconocido. Su karma... otra tardenoche a la deriva...

"Sale San Martín al campo de juego, los ecos de la popular caen sobre el alambrado, erosionan el césped y llegan a tocar el alma de los jugadores". Los relatos de la radio portátil, los gritos de algún desconocido escapan a la visión. Pero la capacidad imaginativa del vendedor de choris de la puerta del Hilario Sánchez no es mala. El acostumbramiento a la actividad de concebir una jugada desde la capacidad sonora es común ya. Los choris se van haciendo...
El nerviosismo empieza y los alaridos desde la Popular Norte estallan en el aire de Concepción.
"¡Pitó Bassi! Empezó el encuentro y ya la tiene el Verdinegro, Galván aprovecha un rebote, la pisa y la coloca para Pacheco, abre ahora el juego San Martín sobre el sector derecho...". Una coca marca común se desliza por la garganta del hombre de la esquina de Mendoza y San Lorenzo. Desde allí, imagina, como cada fin de semana, que su equipo gana. Imagina que el relator es un profeta que empieza a endulzar su oído. Imagina que, cuando el circo romano disputado en el estadio finalice, los choris se volarán. Una buena jornada laboral, y un triunfo para San Martín. "El equipo sanjuanino domina el partido. La lleva atada Galván, deja dos hombres en el camino, la toca hacia la derecha para que aparezca casi como un falso iluso la Rata Bravo. El balón vuelve hacia atrás. Otra vez para Galván, le va a pegar, le pegooó... y la pelota pasa lamiendo el travesañooo!!!..". El último sorbo de gaseosa quedó entre la laringe y el esófago sin querer bajar. La tensión paraliza y el aullido de la portátil hace temblar el carro de choripanes en medio del juego verdinegro. No está en la tribuna, aunque quisiera. No tiene otro romance futbolístico que éste, pero el mango para la casa prima en otro fin de semana que intenta sublimar la vida. O por lo menos... otro fin de semana que, en la efimeridad de los noventa minutos, intenta girar un destino para alegrar a un anónimo, a un común en una calle concurrida, en un lugar cualquiera. Para él la tribuna es ésa, vive los estallidos de la popular como propios, se estremece con cada jugada y ve, él jura que puede ver, en su mente, a través del receptor, los ataques verdinegros.
El primer tiempo gasta su nafta y desde la radio se anuncia que San Martín jugó mejor. Arranca el acto número 2. Empieza a rodar la bocha y, en su oído, Pedro escucha casi como un relámpago especial: "Se viene San Martín sobre el arco de Kletnicki. Se vaporizan los minutos, pero estamos recién llegando a los 15. La pelota pasa por Pedro Galván que no está teniendo su mejor tarde. El pase es ahora infructuoso, pero resurge otra vez el Verdinegro. Atención, aparece Matías Garcíaaa!!.. la pelota para Bravooo... entró solo al área. Está, está, lo tiene la Rata, es gol de la Rata, tiróooooooooolll, goooolllll, gooooolllll... de San Martíiiiinnnn!!! La pelota le hizo una burla al destino de Gimnasia. Matías García la tocó con sorpresa al vacío. La Rata Bravo coloca el primero. Un golazo del Verdinegro!! Lo hizo Martíiinn Bravoooo!!!...". El festejo es enloquecido, los aullidos desde el Hilario Sánchez llegan y se posan sobre calle Mendoza. Ahí, hay un hombre festejando solo. En ese lugar, hay un irrecuperable fanático que grita, salta solo, festeja y saca lumbre a su alegría efímera en ese amontonamiento de emociones que significa el grito de un gol. La gaseosa fue a parar debajo del carro, y el instante es mágico. Pedro festeja. Pedro imagina y sigue prendido al receptor. Siente que un puñal se le hundió muy adentro al rival y la alegría es la victoria propia, la caída ajena...
Pero el destino, en un lapso minúsculo, puede cambiar. Lo sabe, y por eso ruega que el Verdinegro siga en posesión del balón. Se enoja con el relator, que le dice que San Martín perdió la pelota en la mitad de la cancha. "Pero qué sabe este pelot...". La rabia se aproxima, pero el hombre no llega a apagar el radioreceptor casero. Sigue escuchando. No hay nadie en la calle, los choris pasaron a un segundo plano, pero tiene todo bajo control.
El relato final es aterrador: "Treinta y dos minutos y moneda. El Lobo se acerca y quiere bloquear la ilusión sanjuanina. El ataque es peligroso. Buena jugada por la izquierda. No lo toman a Piattiii, la pelota queda boyando en el área... Le cayó a Piattiii.. gooollll de Gimnasia!!...". De una sola patada, la radio cae al piso y se apaga. El sabor es amargo y los mensajes desde la radio culminaron. La venta fue regular. El fin de semana se le clavó en medio del alma, como apostilla irremediable, como... otra frustración más en la vida...




Pablo Zama.

viernes, 7 de marzo de 2008

El día en que salté la barrera


(Cuento publicado en la revista El Superclásico de San Juan y leído en el programa "Contame una historia" de Radio Vida de San Juan en el 2007)


Era el perfume a camarín alumbrando una vez más mis reminiscencias, olfativas, no sé..... Pero el eclipse mental y las ideas de avasallarme sobre el campo de juego fueron el impulso para un día especial. La popular ardía como nunca, era el partido de mis sueños, y yo estuve ahí. Después de que la pelota pasara la línea de meta la piel se me volvió un cóctel de recuerdos hacia futuro; definitivamente ése iba a ser un día de gloria.....

Cuando dije que iba al partido, en mi casa más de uno creyó que lo mío era un impulso transitorio, que desistiría porque íbamos de punto. Pero..... ¡era la final del regional! Estos estaban locos si creían que sólo era un momento de ímpetu acalorado. Esperé toda una miserable, larga, monótona y angustiosa vida para hacer ese gol.
Llegué a casa de Eugenio a que me lustrara los botines como nunca antes alguien los había lucido. Era todavía temprano y hasta me dio tiempo para avisarle a Carucha que ya tenía las entradas para él y que llevase consigo la filmadora porque iba a ser un momento histórico. Preparé todo tan minuciosamente que la imaginación parecía estar sellada en una realidad tangible, aunque toda esa realidad era sólo una proyección sin verdad todavía en vista.

Cuando las agujas del reloj de pared de la casa de mi suegra marcaron las 4 de la tarde, enfilé como un rayo asesino hacía la ruta 20. Casi inmediatamente abordé el Ford Sierra de Carucha. Él, junto al diario del lugar, iban a ser mis testigos de lujo, mis mejores comprobantes de que no soñé tal fenómeno.

Al llegar, el escenario parecía ser bastante alentador en la cancha del Club Pilares de Gardel, que recibía a mi Instituto Piñares con un césped impecable; ni la gramilla de mi torta de cumpleaños número 10 lucía un espectro verdoso tan invitante como este. Las pupilas se aniquilaban de emoción cada vez que miraban la inmensidad de nuestra popular. Estaban todos, nadie faltó a la fiesta. Mi viejo, ya en el cielo, debe haber estado expectante junto a San Pedro mirando el desenlace de mi apilada hacia el área contraria. Hasta mi vieja recuerda la transmisión de Radio Nacional cuando el relator estaba atónito y la garganta se le había confundido con el corazón en un lugar poco conocido para él. Es que en ese momento Miguel Fuentes creía estar inmerso en el hecho más insólito de su larga vida periodística, creía estar relatando dentro de su inconsciente, o por lo menos en un sueño ajeno. Al comenzar ya lo iba percibiendo: "La pelota va para Madelón. Inmediatamente surge con firmeza Salinas que manda el esférico lejos de todo problema; lateral para Piñares..... En este instante comienza a preocupar la situación en las populares, tanto visitantes como locales poco a poco suben sobre el alambrado olímpico. Pero el partido continúa y dominan los ´gardelitos´ hacia el sector del callejón derecho; allí la tiene Esteimer que deja dos hombres en el camino, la pone en diagonal ahora para Torres. Éste que no llega al cruce y la pelota se va al saque de meta para los visitantes....."


Mi momento todavía no había llegado y me mordía los labios esperando la oportunidad de ser por primera vez la tapa del diario La Mirada del Pueblo. Surgían embates terribles en nuestra área, nuestro mediocampo se confundía con la última línea creyendo estar al borde del nocaut. Esos hipócritas eran imparables. Sí, los de Gardel. Ellos mismos solían burlarse de su apodo de hipócritas. Esa marca se la ganaron el día en que perdieron un partido frente a Sportivo Del Faro sólo para perjudicarnos a nosotros, ya que marchábamos segundos atrás de Faro en la última fecha. Esa tarde, ellos relegaron su propia clasificación al campeonato inter-regional nada más que para malograrle el triunfo a Piñares. Después de la infamia el negro Leanza, técnico de Pilares de Gardel, lloraba frente a las cámaras diciendo que habían hecho todo lo posible para la clasificación. Inmediatamente un periodista no pudo conservar su supuesta imparcialidad y a la voz de su corazón sentenció: "¡son unos hipócritas!". La imagen dio vuelta por todo el país y desde allí lo hipócritas son los de Gardel.


No creí demasiado en los prejuicios ajenos. En el barrio todos me decían el loco, solían gritarme que era un inútil, que tenía los pies redondos. Yo sólo sabía pegarle de chanfle, porque el dedo pulgar, ese frustrante dedo gordo, lo perdí en un accidente en moto. Una de mis piernas fue a dar contra las ruedas en movimiento de un camión de conservas de la fábrica Melcar, y desde ese día me tuve que olvidar de usar ojotas. Es así como me perdía goles hechos, olvidando que la pelota carecía de equilibrio sobre el frente de mi pie diestro. Nunca me voy a olvidar de aquel día en que jugando en el baldío de Villa La Esperanza quedé solo frente al arco, sin arquero, sin defensa y servido a mi destino, pero la tiré al córner. Era una ominosa discapacidad para darle llegando por el medio.


Pero lo de la tarde soñada fue distinto, ese día supe acomodarme para elegir el mejor lugar para el chanfle. Antes de eso, el Pájaro Fuentes hacía futurología: "El árbitro Guirado todavía no ha tomado conciencia. Señor oyente, esto puede ser poco menos que una catástrofe; lo hinchas se acercan peligrosamente a la cima del alambrado. Radio Nacional no se quiere hacer responsable de lo que aquí pueda pasar, por eso sugerimos a los dirigentes que tomen cartas en el asunto, el destino del partido puede cambiar si uno de estos inadaptados ingresa al rectángulo verde.....". Nadie le creyó a Fuentes porque siempre tuvo fama de relator de irrealidades, en los clubes se lo acusaba de inflar más de la cuenta las acciones de los espectáculos deportivos. Es más, cada vez que surgía una burla callejera de maliciosa mentira se solía acudir a la expresión de asegurar que era "de buena Fuente", parodiando el apellido del locuaz relator.


Igual yo estaba dispuesto a vivir mi fiesta sin que me la arrebatase alguno de esos que se creen videntes del fútbol. Recuerdo que Carucha se comía las uñas al ver que Piñares no daba pie con balón dentro del campo de juego. Los muchachos estaban desorientados. Nunca lo había visto al Flaco Fleita tan asustado en la marca, ni creí que, al otrora excelente delantero Madelón la pelota le quemara tanto en sus entrañas como para deshacerse de inmediato tirándola a cualquier lugar. Se venían los de Gardel y la sentencia parecía estar firme. "Cero a cero señores, pero aquí nada está dicho. El balón viene al mediocampo para que domine como en toda la tarde Olivares, ´el chueco´ la mantiene bajo su botín izquierdo. Avanza una vez más Pilares de Gardel ahora por intermedio de Pereyra, el 8 que ya la suelta para Marcelo Castro. Atención que viene el remate de Cassstroooooooo!!!!!!!, y la pelota le saca chispas al ángulo superior izquierdo del Paraguayo Esteche!!!; se acaba de salvar otra vez Instituto Piñares....." Parecía la crónica de una muerte anunciada, los relatos de Nacional le taladraban el oído derecho a mi vieja que siempre seguía los partidos entre sueños, mates y rebanadas de pan casero untadas con mermelada de durazno. Sentía cada vez más cerca mi instante de gloria, estaba ansioso; el Carucha me hacía señas a lo lejos anticipando que el partido se iba. Efectivamente era así, el cronómetro disparaba 45 minutos de la segunda parte, tiempo cumplido. El juez del partido decidió adicionar nada más que dos minutos. El grito fue unánime: "¡estas loco, payaso!". Sentía una mezcla de impotencia y presagios alegres. Pero en ese efímero tiempo de mi vida entendía que nos quedábamos sin campeonato, que sólo ganando se tiraba a la basura toda una mufa de veinte años sin triunfos, y nada menos le podíamos arrebatar la historia de esa gloria a los hipócritas de Pilares de Gardel, nuestro rival de toda la vida. Fue cuando pensaba tal cuestión que decidí cambiar el escenario que las estadísticas reflejarían algún día, lo supuse cuando el cronómetro diluía su participación en sólo 35 segundos más. Apenas ingresé tomé posesión del balón. No quise mirar a nadie, sentí una ráfaga de gritos de Carucha que se transformaron en algo así como un hierro al momento de fundir, traduciéndose en un calor inconmensurable que me agilizaba los pies como nunca. Arranqué por la zona izquierda, cruzando hacia el carril de la derecha buscando el mejor perfil para mi chanfle, y en ese lapso pude ver la cara de sorpresa de los de Gardel que no sabían si marcarme o dejarme pasar. Pude avanzar por entre la mirada atónita de cinco rivales. Luego, costeando el área grande, siempre sobre la derecha, divisé al arquero Paredes haciendo todo tipo de señas en el sector del punto del penal. Cerré los ojos, saqué el chanfle más portentoso de toda mi vida. Desde mi nacimiento hasta ese día, todo pasó frente a mis ojos. La pelota hizo una parábola diáfana delante de un ocaso nuboso para esa tarde de pleno invierno, después bajó inescrupulosamente para quedar colgada como guirnalda de casamiento en el corazón mismo del ángulo superior izquierdo de un arco que parecía achicarse, e inmediatamente salí gritando como endiablado por el medio de la gramilla; y en un escenario de maniquíes inmutables canté victoria: "¡Gooooollll, Carucha!, ¡Lo hice, Carucha, lo hice; somos campeones!!!!.....".....


Al día siguiente, el diario La Mirada del Pueblo titulaba: "INSÓLITO: UN HINCHA DE INSTITUTO PIÑARES DETENIDO POR FRUSTRAR LA FINAL DEL REGIONAL.....".....


PABLO ZAMA.

martes, 4 de marzo de 2008

dosis-evasión



voy

evitando destinos

los cruces del agua

sobre mi sien son necesarios

salto los charcos loco-feliz

me mojo

no caigo

no veo la pared es terrible

no choco

me perfilo-doy media vuelta

camino al ostracismo-casi

los miedos no son antiguos

mi cara está desecha

el agua-sus estragos en la noche gris

corro

corro sin mirar

huyo como loco acelero

cortinas húmedas

ojos que gatillan

la lluvia lacera

la audacia

amanece

saca lumbre a mi inconsciencia

despierto

escucho

grita Soda

“No es algo heroico, es algo más bien enfermo.....”

corro bajo agua

y caigo de mi estupidez momentánea

me refriego en un pavimento que lastima

caigo sin percibirlo

estoy abatido-voy hacia el vacío

la luz es tenue

en la noche tarde

la lluvia cesa

el silencio apabulla

los olores mundanos están encima

me atomizan

es mi selva-muero de inconsciencia

tarde

me doy cuenta

estoy atado a cadenas

preso de tópicos

la rebeldía cayó al pavimento

percibo

estoy jugando

un partido que no es el mío


PABLO ZAMA.