(Cuento publicado en Diario El Zonda de San Juan en Marzo de 2008)
Por Pablo Zama
En la reminiscencia duerme un día que no podrá ser objeto de ninguna detracción. Paredes ataja para instalar la certidumbre de que el Rojo puede jugarse el todo por el todo para quedarse con un partido más. Las conversaciones con el Bocha son momentos de lucidez cabalística necesaria.
La silla reside, por cábala, en el mismo rincón de todos los días o, para la suerte de un domingo, la silla está donde quedó después de la última victoria.
Está en el almuerzo, mira de reojo TyC Sports. Come angustiado. Come rápido y espera, nervioso, la hora del partido.
Ya está encerrado en la habitación de los domingos. Se persigna. Le reza, de rodillas, a una de las tantas fotos de Bochini.
-Hoy ganamo´, hoy ganamo´, decime que hoy ganamo´ Bocha...
La repetición de un hecho durante varios fines de semanas se torna en acto reflejo.
Assman encabeza la salida a la cancha. Paredes, ex arquero de Colón Junior, no disimula su admiración por el ataja imposibles que tiene el Rojo.
El golpe de efecto que tiene en la fabricación de cábalas lo lleva a callarse. Paredes se vuelve mudo durante 90 minutos. No habla, no se mueve, sólo mira, de costado, la estampita de la Virgen de San Nicolás. Paredes calla, pero la conversación interna con el Bocha no cesa. Sólo vive, para él, la foto de Bochini en la repisa, lo demás es naturaleza petrificada.
-Si estos pierden hoy, me hago de Sacachispa´. Te lo juro Bocha. Esta vez no te jodo. Me hago de la primera camiseta que pase por adelante mío. Vo´ no te tenías que retirar troesma, vo´ tenías cuerda pa´ rato.
-Si estos pierden hoy, me hago de Sacachispa´. Te lo juro Bocha. Esta vez no te jodo. Me hago de la primera camiseta que pase por adelante mío. Vo´ no te tenías que retirar troesma, vo´ tenías cuerda pa´ rato.
El nerviosismo lo carcome por dentro y ahora ya patea la cama en descarga, en veneración a un delirio, poco explicable, de hincha. Pero... algo rompe el silencio. El Rolfi Montenegro ingresa al área y se la sirve, solo, a Denis.
-Goooollll, la que lo p'rio Bocha!! Gooolll!! Te lo dije Bocha, el Rolfi nunca va a ser tu sucesor, pero juega bien el negro che. Miralos, están fritos estos pecho´ frío´, ni el Chango Cárdenas los salva ahora...
Independiente gana el clásico. Pero el real rival son los nervios. Y el pesimismo se apodera una vez más de él. Es el pesimismo propio que da el miedo de hincha. La angustia por no poder conocer la suerte del equipo en un futuro tan cercano a sólo unos minutos, efímero transcurrir, que tiene la misión de fanático en un domingo.
-Estos van a perder Bocha, ya vas a ver. Son tan inútiles que le van a dar vuelta el resultado, nunca falta un gil que se equivoque. Volvé Bocha, vo´ nunca te tendrías que haber ido. Te juro que me dan rabia. Casi siempre, cuando tienen todo servido, se comen uno y lo empatan o lo pierden. Te digo más Bocha, nunca falta uno que se haga expulsar y tire todo al mismísimo cuerno.
Hay viento. El televisor falla. El partido está en los últimos minutos.
-La que faltaba. Que viento de porquería. Dale! televisor y la p.... Lo único que nos faltaba Bocha! Ahora nos clavan uno y me muero. Culpa de este p… viento!
Hay una jugada dudosa en el área del Diablo. Racing llega con pelota dominada. El televisor tiene la imagen casi derruida. Y el sonido de la desgracia se escucha a través de un alarido irremediable. La silla va a dar contra la ventana y la camiseta roja, junto a la foto de la repisa, cayeron, inexorablemente, al piso.
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