1
hay un mundo detrás del mundo
la mirada persuasiva difiere de esta
eclosión instintiva
los caminos son
estiércol repugnante, a veces
o tienen la pesadez de lo impensado
eso que atrae en la compulsa por
este grito que tiro a la deriva
todo el tiempo
la mirada persuasiva difiere de esta
eclosión instintiva
los caminos son
estiércol repugnante, a veces
o tienen la pesadez de lo impensado
eso que atrae en la compulsa por
este grito que tiro a la deriva
todo el tiempo
2
Sé que el estruendo, el grito, la mansedumbre, las letras que exhala la lapicera, el miedo a no percibir el temor de esos que están a mi lado, todo, se disipa con el fuego póstumo del mero lamento.
Y la lluvia, y el viento, y ese lado más atormentador de la vida contribuyen a romper el equilibrio, dosis ambivalente del lado esquizofrénico de la gente. La lluvia depara, creo, porque me parece percibirlo, mi karma de forastero.
3
en su rincón austero
el obrero se juega los días
en cada minuto
en esos momentos en que
enciende su pasaporte
hacia lo desconocido
por eso, comprendo:
la inestabilidad tiene nombre
y los honores no se reciben gratis
hay un rito en cada minuto
mientras tira la loza
en el andamio de cada día
en la rutina que pega–duro
no hay existencialismo que aguante
encaramado en la podredumbre de
los pensamientos que sobrevienen
el obrero se juega los días
en cada minuto
en esos momentos en que
enciende su pasaporte
hacia lo desconocido
por eso, comprendo:
la inestabilidad tiene nombre
y los honores no se reciben gratis
hay un rito en cada minuto
mientras tira la loza
en el andamio de cada día
en la rutina que pega–duro
no hay existencialismo que aguante
encaramado en la podredumbre de
los pensamientos que sobrevienen
la loza está casi lista
los ruidos que llegan desde la calle
son el fundamento exiguo
en los que se amparan los minutos
trágica dilación–resurgir
ruido incandescente amorfo
colapso ciclotímico del poder
que está todavía lejano–inaccesible
el obrero tira la loza
y a nadie le importa
que los días, los minutos
se disipen bajo esas circunstancias
que ya a nadie angustian
4
confieso que he viso
mierda por todos lados
esa es la insurrección que vale
comerse las pestañas leyendo
aplicar lo que se aprende
del lado de los sinrostro
tal vez esa sea la sublevación
el único fin
dentro de este fin
nutrir los ideales
correr para siempre
al lado de los que
se inmortalizan
para aprender
que el mundo no es esto
y sentir que se eriza la piel
con la amargura, el desprecio
la desilusión, el desgaste
las ganas de gritar
el miedo de tirar todo a la mierda
y no vale tanto
cuando lo pienso
y lo veo en mi cabeza
no vale por cuanto
todavía no me encierro,
al menos del todo
porque percibo que todavía
hay gente adelante
y clandestinos que no juegan
porque hay miedo a la opresión
miedo al miedo
en los temores que son
solemnemente eso:
el claustro de los desesperados
5
es penal
la ejecución llega
tal vez, lo último que haga
desde la ignominia
otros disipan su temple
y los gritos caen a cataratas
en el camino a la desidia
ya casi no lo miran
hay silencio
escucha el impacto
la red no se mueve
sobreviene el espanto
y llueve, de repente
y hay olor a miedo
la meta es invisible
hay gente del otro lado
no puede escapar
pésima dilación
cae el espíritu
tras ruido de abismo
y ya casi no hay luz
conoce el pavor
y grita en el desquicio
sale en la portada
ser inmaterial
llora en la penumbra
tras soplo agónico
y fue tiro directo
y le explota la sien
y ya no respira
Pablo Zama
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