El dibujo como armadura contra la soledad
Decidió radicarse en San Juan en la década del ’80, después de la muerte de sus padres en Buenos Aires. Acá sufrió un accidente, estuvo meses internado sin tener a nadie que lo cuide. Por la incertidumbre económica prefirió no planificar una vida con hijos. Hoy dice que se acostumbró a estar solo: “Aunque a veces decís ‘cuándo termina esto’”.
Fotos: Gaby Farías.
Pelo entrecano, lentes gruesos, mirada desconfiada al principio, el hombre de 72 años se acuerda de cuando sufrió un accidente, estuvo seis meses internado y le realizaron siete transfusiones de sangre, sin tener a nadie que lo pueda cuidar. Es Francisco Alberto “Tito” Nigro, el conocido dibujante que recorría las parrilladas de la provincia caricaturizando a las familias, ahora vive en el Hogar de Ancianos y tiene una sola esperanza: poder alcanzar un buen pasar económico. No tiene familia. Desembarcó definitivamente en San Juan en 1987: murieron sus padres y unos amigos sanjuaninos lo invitaron a venir. Tito, además, no sabe qué fue de la vida de su hermano. El artista no pisó nunca más su Liniers natal. En su trayectoria como dibujante consiguió el reconocimiento de algunos medios de San Juan y realizó trabajos para los semanarios “Las Noticias” y “Confirmado”.
-¿Qué es ser caricaturista?
Ser caricaturista es ponerle un poco de humor a los días; elegí el dibujo como un estilo de vida.
-¿No pudo formar una familia?
No me interesó tener niños, ¿para qué, para hacerlos sufrir con la forma de vida que llevo? Yo no podía ofrecerle estabilidad económica a una mujer. Sólo conviví en pareja durante 13 años en Buenos Aires.
Nigro llegó por primera vez desde Buenos Aires en 1970, para el mundial de hockey sobre patines: un encargado de la concesionaria Escobar S.A. le prometió que iba a poder ponerse un stand con sus dibujos en el mundial. Eso al final no se dio pero se quedó cuatro años en la provincia. Amante del tango y admirador del caricaturista Andrés Cascioli, dice que ya hace un año que no dibuja: ahora vive de una jubilación que le dio el gobierno nacional. Sus últimos trabajos se basaron en retratos a los políticos sanjuaninos. Su arma es un lápiz 6B. Y aclara que nunca se “achicó” ante la falta de gente que esté cerca suyo.
El dibujante recuerda que le escribía algunas cartas a su madre , pero después dejó de hacerlo. Por su situación económica no pudo volver a verla. Se terminó arraigando a San Juan como la fuerza de los tangos del Polaco Goyeneche, a quién le dedicó un dibujo que después vendió: el Polaco con casaca futbolera de Platense.
Tito llega al hogar de ancianos a comer y dormir, porque no deja de recorrer las calles sanjuaninas más allá de la osteoporosis que tiene en una rodilla. De noche ahora va poco por las parrilladas, no puede llegar muy tarde al hogar.
-¿Cómo hace para vivir en soledad?
Me acostumbré a la fuerza a vivir la soledad. Además, amo la libertad.
Tito se acuerda de Liniers y espera poder visitar a los amigos del barrio. A él la soledad lo trabajó en un molde distinto a la mayoría: cuenta que se fue “curtiendo”, que se hizo más duro. Pero admite que a veces se pregunta “cuándo termina esto”. El hombre termina de relatar su historia, lápiz 6B en mano, hablando de un tango de la esperanza, es “El sueño del pibe”: el grito del cartero en la calle, un recado, el pibe que corre hacia su madre. El club me ha mandado hoy la citación; Mamita querida, ganaré dinero, seré un Baldonedo, un Martino.
*Nota publicada en el semanario El Nuevo Diario.
Pablo Zama
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