domingo, 7 de noviembre de 2010

El pintor de Quines:




Baroja: realismo paisajístico






“Jijiji” de Los Redondos (cantado por Baglietto) sale intentando romper con el atolladero de la rutina desde un parlante en el interior de una casa, a pocos pasos de la esquina de 25 de Mayo y San José, en la siesta de Quines. El Indio Solari mira detrás de sus típicos anteojos negros, camisa azul oscura, colgado en la pared, cuadro de la nostalgia rockera (en un presente que intenta emular todavía ese glorioso pasado). Hay también un rincón para Charly: viola roja con la banda que le cruza el pecho, camisa negra, mirada distraída. La música sigue impregnando ese espacio para la descongestión de las estructuras. Es un taller de pintura. En ese escenario hay un hombre creando: es Baroja (Robero Ariel Agüero), pintor realista, conocido por sus dotes de pintor paisajístico: una imagen del “Muro en otoño”, el río de su Quines adoptivo (nació en San Juan y a los seis años llegó al norte puntano) forma parte de las obras que están en la Casa de San Luis en Buenos Aires (representó a la provincia en los festejos por el Bicentenario).

"Soy autodidacta", dice Baroja a los 41 años, después de haber decidido jugársela por un estilo de vida. Tras recibirse de profesor de biología en Quines, la situación económica lo hizo emigrar hacia al sur. "En el '93, cuando empecé a dar clases, dije 'me tengo que dedicar a la pintura'. Pero no tuve suerte y me fui a Río Negro, a un pueblito que se llama Ministro Ramos Mexia. Me fui a hacer terapia" (risas), cuenta entre bastidores, pintura lista para crear y cuadros de retratos y paisajes. Seis años más tarde, Baroja y su señora decidieron volver a Quines ("la tierra tira, este es mi lugar", dice) con el firme propósito de dedicarse a su pasión. "Cuando pinto siento lo que debe sentir el que compone una canción, es difícil explicarlo. Es un momento de vértigo y emoción, y cuando uno termina la obra llega a la satisfacción o hasta el desencanto". La pintura para Baroja "es la búsqueda". Ese lugar interior, oscuro, y difícil de  revelar y de entender en el que Sábato, por ejemplo, ancló como el motor de su obra. La búsqueda del ser en la expresión. Pero Baroja hace un alto (de fondo ya se escucha la letra desafiante y rebelde de "Señor Cobranza", de la Bersuit): "Tampoco vamos a ser hipócritas. Uno hace lo que hace porque le gusta y porque la gente a veces lo reconoce. Pero también uno trabaja buscando una mejora económica".

En la escuela secundaria, Nacional Juan Pascual Pringles de Quines, Baroja ya se perfilaba por el lado del arte: retrataba personas en caricaturas que ya no guarda. Más tarde, su novia (ahora su esposa) le enseñó a pintar. Pintó remeras para vender. Cuando se fue a vivir a Río Negro siguió con la mirada puesta en la pintura: hacía 200 kilómetros hacia General Roca para asistir a un taller. Ahí se encontró con técnicas como el óleo y el acrílico. Después dejó el trabajo estable para dedicarse a su vocación. Y consiguió distinciones tales como becas de arte "Siglo XXI" en San Luis. Su trabajo fue reconocido por el congreso provincial.

"Me sale decir que cuando una obra me gusta siento lo mismo que sentí cuando pinté mi primer remera". Cae la tarde. Pero las letras rockeras no cesan en el taller de Baroja, que sigue pintando. 




Pablo Zama.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Pablo Zama dijo...
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