(Texto publicado en la revista El Superclásico de San Juan en el 2007)
Los aullidos comenzaban a hacerse sentir en un tumulto de emociones que discurrían desde Concepción hacia toda la geografía provincial. El sueño tan anhelado comenzaba a quedar al alcance de las manos como un espejismo que era tocado por primera vez. Había terminado el partido de la ilusión en Tucumán. El Verdinegro sanjuanino le había ganado por 2 a 0 al siempre difícil Santo de Ciudadela. Pero el grito todavía tenía algo de contención porque en Bahía Blanca Olimpo todavía no terminaba su partido. Era necesario que ganen los bahienses para empezar a soñar ya con todos los números a favor. La información no llegaba y el tiempo tenía la eternidad de ese tiempo subjetivo que parece nunca terminar. “Cada sueño, cada sueño en mi memoria, es como una película fatal”, decía Miguel Mateos en el recuerdo de algún hincha que ya naufragaba por el romántico tinte que tiene ir a pelear arriba, la gran posibilidad de llegar a la cima, de dejar de ser pobre para pisar por primera vez el círculo mayor del fútbol argentino.
Y el grito, la tan ansiada información llegó. Horacio Lucero disparaba desde su estudio: “Olimpo campeón!”. Y la alegría, la algarabía, el más hondo sentimiento y el más sonoro viso de emoción era disparado al cielo como un cometa descontrolado, verdinegro, con toda la ilusión del mundo.
En un partido complicado que San Martín de San Juan hizo fácil en gran parte del trámite del encuentro. Con muchos sanjuaninos que hicieron su esfuerzo para llegar a Tucumán y apoyar a su equipo. Con todos los que quedaron, expectantes, al unísono de ese gran final. El Verdinegro cumplió con lo que algunos de sus jugadores dijeron tiempo atrás: “Vamos a estar en las finales”. ¿Y Teté Quiroz? Teté, repudiado por algunos cuando se calzó la remera de técnico del equipo de Concepción, ese gran jugador emblema que tuvo Racing ya hizo historia con San Martín y sus lágrimas, al término del encuentro denotan el sacrificio y la perfección que intentó imprimirle a su trabajo.
“Estoy casi condenado a tener éxito para no ser un perro fracasado”, sigue largando Miguel Mateos, y todo cuadra, todo, en ese enjambre de hinchas que se abrazaron desde distancias remotas, en ese calor imaginario, en ese grito loco, en la posibilidad cierta de cumplir un sueño. En todo ese aroma a carnaval insoslayable el Verdinegro en una tarde que ya es histórica dejó sellada su estampa para siempre. El calendario dirá: “Sábado 2 de junio de 2007, San Martín de San Juan consigue el pasaje a la final de la Primera B Nacional por primera vez en su historia”.
Aunque lo mejor será llegar a la segunda parte de este año y cruzarse con Boca, con River, hacerle alguna canallada a Rosario Central, disfrutar de un partido frente al Pincha, hacerle goles a los Diablos y a la Academia de Avellaneda, conseguir un taquito del Canito Gómez en un atrapante partido frente a San Lorenzo. Ese idilio, tan imposible antes hoy está cerca. San Martín está en la final por el segundo ascenso. Con muchos puntos altos el Verdinegro consiguió el momento tan ansiado… pero todavía falta, todavía el postre espera por su frutilla. “El verde se va de la B, el verde se va de la B…”, casi un himno en los últimos tiempos, un anhelo que por fin puede concretarse. Y el que nunca lloró por una camiseta, ese sábado histórico disparó sus primeras lágrimas, sin entender nada, sin saber lo que pasaba, sin terminar de caer en la chance en la que se ha metido San Martín, sin presagiar todavía lo que puede ser para San Juan tener un equipo en primera división.
El que escribe tan solo espera en el rincón del onirismo más exultante que esta chance no sea desperdiciada, que tras esa tarde de carnaval quede sellado el camino a Primera del equipo de Teté. Huracán de Parque Patricios lo espera al Verdinegro para dirimir un sueño, falta poco, todo está al alcance de la mano, y si San Martín lo sabe ganar, quién sabe qué pasará en San Juan, por la cabeza de los hinchas, por el alma de los dirigentes, por la pasión de los jugadores. Falta la última puntada, y en este deporte que se considera como la sublimación de las guerras, la sensación de conseguir la gran meta será más que una guerra una reivindicación de la paz….
En la tarde del zarpazo final el gritó podrá ser el de: “Es el equipo de Teté, es el equipo de Teté, es el equipo de Teté…”
Si no se asciende se tirará todo por la borda, pero si se llega… la felicidad será eterna…
PABLO ZAMA.
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