miércoles, 3 de junio de 2009

En la provincia no se consume “paco”:



Narcotráfico: la preocupación en San Juan es la marihuana

En la policía aseguran que la droga no pasa desde San Juan hacia Chile. Para el futuro, el Túnel de Agua Negra podría ser una preocupación. El consumo de porros en las zonas más pobres. El apabullante aumento de precio de la marihuana en su traslado desde el país hacia el exterior.

En la noche, cuando el foco ya casi no titila y la desesperación es la mejor certeza de la incertidumbre, los efectos del alucinógeno pasaron y la ansiedad acribilla el futuro que ya parece no venir. En esa noche, Claudio llega a su casa. Ingresa al baño. Abre la ducha para lavar sus errores. En posición fetal, llorando en el piso, el agua le cae como la lava que lo arrinconó en la adicción. La cocaína lo consume. En posición fetal, llorando, clama por Dios.

Claudio Blanes (director de REMAR San Juan) asegura ahora que desde hace dos años, tras ver la oscuridad, ya no se droga y trata de ayudar a los jóvenes que pasan por ese flagelo. Vapuleados, desesperados, con la exclusión social llamando a la puerta algunos pibes optan –según cuenta Blanes- por la evasión de ese mundo efímero que les brindan los estupefacientes. Algunos, desde muy chicos, venden o esconden la droga de los narcotraficantes en sus casas. Lo hacen como “changas” que le permiten comprar más droga para el uso personal. Círculo vicioso cuya velocidad de sus engranajes hace que la posibilidad de salir de ese flagelo sea, a veces, una tenue luz lejana, dentro de un túnel cada vez más largo.

En ese contexto surgen los centros de rehabilitación tales como Proyecto Juan (dependiente del gobierno provincial), el Centro por la Vida y ONGs tales como REMAR. Pero en ese contexto también surgen algunas preguntas. ¿Cómo es ese circuito perverso que está en el país y que también llega a San Juan?, tal vez una de las inquisitorias que rondan la obviedad de lo que las instituciones policiales se plantean a diario con el fin de intentar desbaratar (prácticamente una utopía) uno de los principales opios que sufre la sociedad mundial.

Desde la policía provincial y federal las respuestas son cautas para no develar sus acciones investigativas en pos de encontrar a los responsables de introducir y comercializar la droga en San Juan. Sin embargo, el comisario Walter Heredia (jefe del Departamento de drogas ilegales de la Policía de San Juan) y el comisario Miguel Ángel García (jefe de la Policía Federal, delegación San Juan) dieron algunos datos que ayudan a prefigurar un mapa de cómo llega la droga a la provincia.

El mapa

Según el comisario Walter Heredia, la cocaína (que es muy poca en la provincia) es introducida al país generalmente por narcos de Bolivia, Colombia, Perú o Paraguay. Esta droga, que es considerada una de las más caras (que se inhala) y que generalmente no llega a las zonas más pobres porque sus costos no son accesibles, es fraccionada en Buenos Aires. Por esa última razón, es justamente Buenos Aires la casa principal del “paco” (realizado con los residuos de la pasta base, que surge del tratamiento y la depuración de la cocaína) en la Argentina.

La marihuana, por otro lado, una droga considerada barata y asequible a los sectores más empobrecidos cuando llega al consumidor, alberga en su venta, sin embargo, datos que son apabullantes en cuanto al aumento de precio que va sufriendo a medida que avanza en el mapa estratégico de su tráfico. Esa droga, también proveniente de los países que limitan con el norte argentino, los mismos que cultivan la hoja de coca, se revaloriza mientras cruza fronteras. Solamente el kilo de marihuana –según las estimaciones del comisario Heredia- cuesta alrededor de los 600 pesos en Formosa. Ese precio prácticamente se duplica llegando a los 1.100 pesos, aproximadamente, en Mendoza y San Juan. Si ese kilo de cocaína cruza la cordillera –siempre según los conocimientos del jefe del Departamento de drogas ilegales- ingresa a Chile a un precio de venta de unos 18.000 pesos argentinos. Finalmente, si ese kilo de marihuana llega a Estados Unidos arriba a unos $ 25.000. Ese mapa de la marihuana y su paso por Argentina deviene en un negocio faraónico para los narcotraficantes, generalmente invisibles para la Justicia.

Heredia realiza esta pregunta: “¿Imaginate cuánto sacarán los narcos si pasan 50 kilos de marihuana?”. La respuesta: a Estados Unidos esa cantidad de droga llegaría al precio de un millón y cuarto de pesos argentinos.

Por otra parte, en San Juan el ingreso de una droga mucho más peligrosa, como es la cocaína, no es tan frecuente. “Acá no existe el kilo de cocaína”, asegura el comisario Miguel García, y aclara que para ellos 10 gramos ya es una cantidad sobre la que tienen que poner alarma. Heredia, por su lado, argumenta: “En San Juan, no es mucho, pero ha habido un leve aumento de marihuana y, a la vez, una disminución en el consumo de cocaína”.

El paso

El jefe del Departamento de drogas ilegales aclara que en San Juan no han encontrado ningún viso de que exista un vínculo en el paso de la droga hacia Chile. A eso le agrega que el paso más importante para los narcos hacia el país trasandino es el Cristo Redentor, en Mendoza. Ese camino también es marcado por el jefe de la Policía Federal en San Juan como posible tráfico de marihuana hacia el país vecino. Los dos policías se quedan pensando cuando el periodista les pregunta, por esta situación, si el Túnel de Agua Negra (que conectará en una vía rápida a San Juan con Chile) podrá traer más narcos a la provincia con el fin de comercializar aprovechando ese paso binacional. De todos modos, los dos jefes de las fuerzas de seguridad aseguran que se realizará un control en tal sentido si es necesario.

Heredia destaca además que si llega cocaína puede llegar desde Buenos Aires y pasando por San Luis, vía terrestre, generalmente en colectivos de larga distancia o en encomiendas. La marihuana, por otra parte, aclara que puede introducirse a veces desde Mendoza. “De todos modos, ya no hay muchas personas que se atrevan a hacer de mula”, asevera (“mula” se denomina a las personas que pasan la droga escondida entre sus pertenecías personales o, inclusive, en casos más extremos, en el estómago, después de tragar pequeñas bolsas de sustancias). La aseveración del comisario Heredia tiene que ver con que hubo operativos en la terminal de ómnibus que dieron positivo y los capturados (que son presentados ante la Juzgado Federal que conduce el doctor Leopoldo Rago Gallo) a veces “por 500 pesos, que es lo que cobran más o menos para pasar la droga, tienen que estar cuatro años en la cárcel”, cuenta.

Los dos jefes policiales coinciden también en que en San Juan hay vendedores de droga y son los que mayormente comercian en la provincia y no tanto las personas de otras provincias.

El paco

En San Juan no hay paco (realizado con los desechos de la pasta base). Esa confirmación tanto desde las fuerzas policiales como desde la gente de REMAR es categórica. ¿La razón?: en la provincia no existen laboratorios clandestinos de tratamiento de cocaína (la droga que lo tuvo prisionero de sus efectos a Claudio Blanes). Según Heredia, por el clima no puede haber tampoco plantaciones de hojas de coca en San Juan. Los laboratorios existentes, y que la policía combate, están ubicados en Buenos Aires.

El tratamiento de la cocaína para su consumo ilegal es el siguiente: a la hoja de coca se le agregan diferentes químicos muy fuertes y peligrosos como kerosene, cal, ácido y algunas sales. Después se realiza una especie de “zarandeo” de la mezcla y se obtiene el clorhidrato de cocaína, que es lo que después se lleva al consumo. Abajo quedan los residuos, lo que no se usa de la cocaína. Esos residuos, altamente tóxicos, son los utilizados para hacer el paco (denominado también como la droga de los pobres). Eso, según los especialistas, es letal para los seres humanos. Se fuma, y en pocos meses puede destruir la vida del adicto. Sin embargo, como ya se dijo, es prácticamente imposible que esa droga llegue a la provincia.

El porro

Los jefes policiales aclaran que lo que más se ve en San Juan es el consumo de marihuana, a través de los cigarrillos denominados “porros” (que, según las fuentes policiales, cuestan sólo entre 1 y 3 pesos). Heredia destaca que, al igual que la cocaína, por el clima, “no hay grandes plantaciones de marihuana en la provincia”. Aunque a veces han encontrado algunas pequeñas plantaciones (como el caso de una vivienda del departamento Ullum, en la que había cinco plantas chicas que fueron encontradas en un procedimiento policial este año) cuyos dueños alegaron que eran para consumo personal.

En este sentido, Walter Heredia aclara que el consumo de esta droga considerada barata se da generalmente entre los 17 y 28 años, “los más grandes pasan a la cocaína” –especifica-. Mientras que Miguel García, cuidando casi estratégicamente dar algún tipo de información que sea de provecho para los narcotraficantes, expresa que él no puede establecer una franja de edad en la que vea un consumo mayor de cigarrillos de marihuana, aunque reconoce que en su mayoría son mayores de edad.

Esta droga es insertada mayormente en las zonas más empobrecidas de la provincia. En las hinchadas del fútbol sanjuanino, en algunos boliches nocturnos y en algunas plazas barriales ya es prácticamente común ver a algunos chicos fumar porro. Esa desinhibición es relativamente nueva en la provincia y como los chicos se muestran sin pudor en esas prácticas existe una sensación –según García- de aumento en el consumo. Aunque para el integrante de la Policía Federal si aumentó el consumo ese incremento no es considerable.

Por otra parte, desde la policía también argumentan que la persona que tiene el propósito de delinquir usa preferentemente cocaína para romper con toda inhibición y no la marihuana, “porque es depresora”. De todos modos, dicen que eso no quita que la persona drogada con marihuana no vaya a delinquir.

Las instituciones encargadas de combatir el tráfico de estupefacientes en la provincia son la Policía de San Juan, la Policía Federal Argentina, la Policía Aeroportuaria y Gendarmería. La ley que rige este trabajo contra el narcotráfico es la 23.737 (ley de estupefacientes). En las fuerzas de seguridad aclaran que en San Juan no hay alarma respecto al consumo y a la venta de drogas ilegales y respecto a otras provincias los índices de esta problemática son muchos menores. Sin embargo, la mayor atención está puesta sobre el consumo de marihuana a través de los cigarrillos o porros. “Hay chicos que incursionan en la venta para tener su droga para consumir”, cuenta Walter Heredia.

En el último escalafón de este flagelo están los consumidores, que se llevan la peor parte de uno de los negocios más dañinos para la humanidad. En ese escalafón estuvo Claudio Blanes, ahora recuperado de la adicción a la cocaína. Él dice que “el tema de la droga va creciendo porque la demanda aumenta”, pero considera que en San Juan el problema no es grave. Finalmente, recuerda aquellos oscuros momentos: “Lo peor que me pasó en mi vida con la droga es que yo no tenía más esperanza y estuve tres veces internado en psiquiátricos. Cuando fracasé en todas las etapas de tratamiento creí que estaba todo perdido. Yo ya pensaba en lo peor. Me bañaba y me tiraba al piso, quedaba casi en posición fetal y le clamaba a Dios. Pero pude salir”.

Pablo Zama.